¡Hola, hola, mis amores! ¿Cómo están? Tarde, lo sé, que ya me he salteado dos días y todavía no los he publicado. No sé si voy a hacerlo dos en un día o lo haré cuando se termine todo el reto. Lo iré viendo sobre la marcha. Dije que iba a intentar llevarlo puntual y estoy fallando mucho. Mi ánimo no me ayuda, pero bueno, aquí estoy. Intentaré dar lo mejor para llevarlo ya sin baches a los próximos días.
He intentado hacer algo diferente para variar, que al menos, esta palabra lo merecía, que se me ha hecho demasiado tierno lo que tenía en mente como para cambiarlo a último momento.
Espero que disfruten de éste.
Día siete: Hechizado
Hechizado
Estaba hechizado por ellos. No supo en qué momento pasó, pero su hechizo había llegado a calar duro en él desde que tenía memoria. Desde que era un bebé, uno de sus primeros muñecos había sido un avión de peluche, siendo imposible quitarle aquel juguete incluso, para lavarlo.
Con el paso de los años, aquello no disminuyó, por el contrario, se fue intensificando hasta mostrar un gusto muy claro que no iba a cambiar con los años.
El momento exacto que su madre lo supo fue cuando tenía cuatro años y tenían que viajar fuera del país. Desde los grandes ventanales, vio los aviones dese afuera y no tardó en decirle a su madre que quería uno de esos, ante la risa y sorpresa de la mujer.
—¿Cómo vas a tener ese avión?
—¿No puedo? ¿Por qué?
—Porque es de la empresa. Y tampoco podríamos comprar algo como eso —le fue explicando mientras seguían caminando por el aeropuerto.
—¿Y puedo volarlo al menos?
—Si aprendes de grande, sí.
Y él, sin perder de vista los aviones, siguió a su madre hasta que despacharon el equipaje y subieron al avión. El niño iba emocionado, queriendo ver más de interior, pero su madre le insistía en que se quedara sentado antes de que se hiciera daño. Finalmente, quedó en su asiento, con muchas más ansias que antes, mirando por la ventanilla, con una meta clara para su futuro: sería un piloto y volaría un avión.
Con el paso de los años, aquello no disminuyó, por el contrario, se fue intensificando hasta mostrar un gusto muy claro que no iba a cambiar con los años.
El momento exacto que su madre lo supo fue cuando tenía cuatro años y tenían que viajar fuera del país. Desde los grandes ventanales, vio los aviones dese afuera y no tardó en decirle a su madre que quería uno de esos, ante la risa y sorpresa de la mujer.
—¿Cómo vas a tener ese avión?
—¿No puedo? ¿Por qué?
—Porque es de la empresa. Y tampoco podríamos comprar algo como eso —le fue explicando mientras seguían caminando por el aeropuerto.
—¿Y puedo volarlo al menos?
—Si aprendes de grande, sí.
Y él, sin perder de vista los aviones, siguió a su madre hasta que despacharon el equipaje y subieron al avión. El niño iba emocionado, queriendo ver más de interior, pero su madre le insistía en que se quedara sentado antes de que se hiciera daño. Finalmente, quedó en su asiento, con muchas más ansias que antes, mirando por la ventanilla, con una meta clara para su futuro: sería un piloto y volaría un avión.
FornidoIndiceDelicado
Esperó qu ele niño cumpla su deseo . Genial historia
Esperemos que sí <3
¡Un abrazo!
Un relato lleno de expectativas , el pequeño no solo le gustaban los aviones sino que quería ser piloto para poder llevarlo él mismo ..los sueños a veces se cumplen …
Un abrazo cielo , cuídate y no te estreses demasiado ..
Sí, con dedicación y esfuerzo, los sueños se cumplen.
Gracias por los ánimos <3
¡Besos!
Un sueño que podría convertirse en realidad, con empeño.
Arriba ese ánimo.
Besos.
Claro que sí.
¡Besos!